Los escritores han tenido un papel importante a lo largo del tiempo. Sin ellos, parte de la historia no se conocería. El escritor saca información real de la historia volcándola en sus escritos, haciendo que ésta llegue a sus lectores de forma diferente, pero veraz.

Éstos han trasmitido saberes, mitos y leyendas, que, de no ser por ellos, se habrían perdido en el tiempo.

También han servido de guías, ayudando con sus textos a personas necesitadas de una palabra justa para volver al camino y entender por qué están en este mundo.

La sensibilidad de algunos escritores llega a erizar la piel de quién los lee, hacen despertar sentidos dormidos o muchas veces endurecidos en estos tiempos tan difíciles. Hoy en día la escritura bien intencionada, tiene un sentido sanador en éste nuestro mundo tan convulsionado por la violencia, falta de comunicación, guerras y drogas. Las familias se rompen a pedazos y de a poco se van separando. La soledad, la desconexión y la falta de diálogo hacen crecer el caos, un monstruo silencioso y brutal que va ganando terreno.

La buena noticia es que, no todo está perdido, mientras haya un escritor así sea el único que quede en pie sobre la tierra, habrá un rayo de luz cargado de esperanza en este mundo tan roto.

Ese rayo será la unión de las frágiles conexiones humanas. Ayudará a comprender por qué estamos en las condiciones que estamos, sumergidos en tiempos cambiantes y momentos tan difíciles.

Un rayo de luz convertido en un libro nos contará historias muy parecidas a las nuestras, entenderemos muchas cosas con finales esclarecedores.

Mientras haya un escritor habrá denuncias de injusticias, pero también habrá belleza en medio del desconcierto.

Para cerrar debo decir que, a mi entender, y en tiempos difíciles, la escritura siempre ha sido un puente que nos conecta con los demás, pero fundamentalmente nos conecta con nosotros mismos, ayudándonos a reconstruirnos, ya que todos estamos un poco rotos. Es una potente arma sanadora que hace volar nuestra imaginación a mundos donde podemos ser felices.

La escritura es un acto de creación, de esperanza, donde el escritor nos invita a soñar y nos coloca en un mundo posible.

Mientras una pluma se manifieste habrá vida y esperanza en un mundo complejo y muchas veces, doloroso.