Cuando los sueños se apagan
Todo nace con una chispa: una idea, una sensación que recorre el cuerpo. Una imagen que, poco a poco, se transforma en una escena. Aparece un personaje, un diálogo, y luego ese gusanillo que comienza a susurrarte que esa podría ser una buena idea para una película o una novela. Sin embargo, la alegría inicial a menudo se ve acompañada por una tormenta de dudas. Sin experiencia ni ritual, decides tomar impulso, compras unas hojas de papel y comienzas, con torpeza, a golpear las teclas de tu máquina de escribir.
A veces, las ideas fluyen como la fuerza de un río en pleno invierno; otras veces, te detienes, lees lo que has escrito, lo rompes y vuelves a empezar, persiguiendo aquel destello inicial hasta que finalmente quedas satisfecho. En esa búsqueda de inspiración, recurres a fuentes que te ofrecen luces sobre cómo escribir una novela. El tiempo pasa y, aunque el proceso es solitario, es tu secreto más preciado que temes compartir; temes a la burla o a los comentarios que anticipas serán desalentadores.
Con esfuerzo, logras completar tu primera novela, aunque no hay nadie que celebre contigo ese logro. Tu manuscrito se convierte en tu compañero más íntimo. Decides buscar ayuda para publicarlo y, tras mucho empeño, lo logras; sin embargo, el resultado no es tan rápido como esperabas. Pocos lo leen, pocos lo compran. Te esfuerzas, intentas una y otra vez, hasta que te enfrentas a la amarga realidad: te preguntas por qué tu libro no ha tenido el éxito que esperabas. ¿Por qué no resuena con el público? Esta es la encrucijada donde muchos escritores con gran potencial se pierden en el laberinto de sus dudas, y ahí es donde los sueños del escritor comienzan a apagarse.
Si en este momento eres uno de esos soñadores, permíteme decirte que la perseverancia, la prudencia y la paciencia son las claves del éxito de todo gran escritor. Puedo darte cientos de ejemplos de escritores famosos que han recorrido esa misma calle de la amargura, cuyos libros muchas veces fueron descartados, para luego ser redescubiertos por un amigo, un ser querido, y transformarse en grandes obras literarias.
Para ser un gran escritor, además del talento innato que posees, necesitas disciplina y pasión. Cree en ti mismo siempre, aunque las sombras de la duda intenten acecharte. Nunca renuncies a tus sueños, porque el día menos esperado, la fortuna tocará a tu puerta. Es en el corazón de esos momentos difíciles donde se forjan los grandes relatos de la literatura. Así que sigue adelante, porque cada palabra que escribes es un paso más hacia el cumplimiento de tu sueño.
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