Uno de los consejos que con mayor frecuencia comparto con mis alumnos en los talleres de escritura es: un escritor escribe sobre lo que conoce y sabe. Esta premisa no solo facilita el acto de escribir, sino que también permite al escritor en desarrollo encontrar una voz auténtica y una historia que realmente resuene con su esencia.

Escribir sobre el barrio donde crecimos, el pueblo que nos vio nacer, las leyendas transmitidas de generación en generación o los hechos históricos que han marcado nuestra tierra es una de las mejores formas de dar inicio a una carrera literaria. La exploración de lo cotidiano, de las leyendas urbanas, de los relatos que conforman nuestra identidad colectiva, nos brinda una fuente inagotable de inspiración.

Sin embargo, siempre advierto a mis alumnos que escribir sobre un tema en particular no significa que el estilo narrativo y el lenguaje deban ser necesariamente coloquiales. Un escritor no debe limitarse a escribir para un grupo local, a menos que esa sea su verdadera intención. La literatura tiene el poder de trascender fronteras, de alcanzar a lectores de distintas latitudes y culturas. La clave está en transformar lo propio en algo universal, en lograr que la historia personal se convierta en una historia humana.

Un gran ejemplo de esto es Rubén Darío, el príncipe de las letras castellanas, quien, a pesar de haber nacido en un pequeño pueblo, logró convertirse en el mayor exponente del modernismo literario. Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato y Mijaíl Bulgákov son otros escritores que han logrado elevar el lenguaje y, al mismo tiempo, enaltecer sus propias historias e idiosincrasias, transformándolas en relatos universales.

Las raíces de un escritor son profundas. Cada autor es el reflejo de su entorno, de las personas que lo rodearon, de los paisajes que marcaron su infancia y de las voces que poblaron su imaginación. Escribir sobre esos elementos no es una limitación, sino una oportunidad única de mostrarle al mundo una perspectiva auténtica y genuina. En cada país nacen millones de personas, pero solo unos pocos tienen el privilegio de darles voz a sus historias. Esos pocos son los escritores.

Si te ha gustado mi artículo no olvide dejarme tus comentarios.