En los últimos días, me he sentido atraído por escribir una serie de cuentos al mejor estilo de la comedia negra. Es algo que he deseado explorar desde hace mucho tiempo: la posibilidad de compartir con mis lectores mis dudas, críticas y mi forma de observar el mundo actual. Pero hacerlo de una manera que no ofenda, sino que invite a la reflexión. A través de estos cuentos, abordaré una profunda crítica social sobre el sistema en el que vivimos, la inocencia que aún persiste en algunas personas y los oportunistas que siempre están al acecho. Además, examinaré cómo los deseos individuales se entrelazan en la búsqueda de respuestas.

Vivimos en un mundo donde muchos creen que la inteligencia artificial vendrá a salvarnos, mientras que los algoritmos y la desinformación se han convertido en el pan de cada día. Me he atrevido a lanzar mis reflexiones sobre cómo la tecnología y las redes sociales fomentan el individualismo, alejándonos del concepto de humanidad. Cada vez pensamos menos como especie y más como individuos aislados, mientras unos pocos se benefician de esta fragmentación.

La comedia negra es el género ideal para plasmar estas inquietudes. A través del humor ácido, la ironía y la exageración, es posible denunciar las contradicciones y absurdos de nuestra sociedad sin recurrir al discurso directo. Es un espejo deformante que nos permite ver la realidad desde un ángulo diferente, provocando risa y, al mismo tiempo, incomodidad.

En mis cuentos, hago un esfuerzo por encender una alerta. Debemos detenernos y tomar una decisión colectiva sobre hacia dónde queremos llegar como humanidad. La reflexión es el primer paso para el cambio, y la comedia negra es una herramienta poderosa para impulsarla.

Los invito a leer mis historias, donde encontrarán muchas de las inquietudes que he querido compartir con ustedes. Espero que, entre risas y momentos de reflexión, podamos cuestionarnos sobre el rumbo que estamos tomando.